Sol de México
Cuando los primeros hombres tomaron conciencia de la luz que emitía el sol, y de la relación que existe entre la luz y el día; la oscuridad y la noche; el sol y la luna; les asignaron valores a cada uno. El sol recibió los valores positivos: la vida y la naturaleza floreciente; los valores de la luna eran un poco más negativos: el mundo de los muertos, una decadencia.
Del sol procede la energía positiva, y a él, “Tonathiu”, se le rinden los máximos honores en las fiestas y tradiciones que proceden de los “ciclos vitales”, los mismos ciclos que se asocian a la llegada de la primavera.
En todas las culturas precolombinas, el sol está asociado a los rituales de primavera, cuando la vida renace y florece. También es la época del año en que se prepara el barbecho para la cosecha. En los pueblos huicholes se prepara un ritual para el “venado”, que es el sol que lleva la luz a los pueblos durante los tres días de celebración.
La figura del sol está presente incluso en la redondez de nuestra tortilla mexicana, que nutre y da energía a nuestro cuerpo. La forma de la tortilla -redonda- y el maíz -amarillo como el sol- reúnen elementos simbólicos de los valores positivos.
Chevelle – Sol de México
Desde muchos siglos antes de la llegada de los españoles, los indígenas que habitaban el territorio mexicano mostraban una profunda devoción y respeto por el sol: el astro más poderoso del cosmos influyó notablemente en la organización social de los pueblos de la época.
Uno de los rituales de adoración al sol más sencillos y tempranos fue, según los expertos, el de los cazadores primitivos, que le ofrecían las primeras piezas de carne arrancada a los animales que, con gran esfuerzo, habían capturado.
Hacia finales del Periodo Clásico (entre los años 900 y 1200 d.C.), los cultos al sol adquirieron una expresión más específica. Los investigadores creen que su desarrollo se corresponde con el creciente predominio de los guerreros en estas sociedades. Por ello, las ceremonias y rituales solares adquirieron un carácter cada vez más militarista, relacionado con las conquistas y la expansión de los estados guerreros que poco a poco llegaron a dominar todo el territorio mesoamericano.
Para los mexicas o aztecas, cuya civilización floreció entre los siglos XIV y XVI en la meseta central mexicana, el universo era una entidad viva, en movimiento, cuyo centro era el Sol, fuente de la energía vital simbolizada por la luz, el calor, la sangre. Para garantizar la supervivencia del cosmos, el Sol debía mantenerse vivo y en continuo movimiento en el cielo. La guerra se convirtió en el medio por el que se obtenía el sustento divino: la sangre y los corazones de los enemigos capturados en combate se transformaban en fuente de vida.
Sol de México
Cuando observo a los alumnos de mi escuela, lo único que me llama la atención es su diversidad cultural. Tengo estudiantes que vienen de México, África, Asia y las Islas Polinesias. Trabajo en una escuela de Título I donde el 88% de los estudiantes tienen derecho a recibir almuerzo gratis. Me encanta venir a trabajar cada día porque puedo compartir mi amor por el arte, la historia y las matemáticas con mis alumnos. A cambio, ellos me enseñan su cultura personal. La mayoría de mis alumnos proceden de hogares con bajos ingresos en los que pasan por muchas dificultades a diario. ¿Pero lo demuestran? No, me demuestran que el mundo no les va a doblegar y que están entusiasmados por aprender algo nuevo cada día cuando entran en mi aula.
Corriendo bajo el sol mexicano
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